Los caminos

Hace tiempo que quería escribir sobre los caminos. Para mucha gente es inquietante lo de pedalear con más de cuarenta kilos debajo del culo.

Locura para algunas/os. Hoy se ha puesto de moda el minimalismo, pero yo voy muy a gusto teniendo a mano todo lo que me hace el viaje más confortable.

Es cierto quese puede viajar con menos. Ayer coincidí -por primera vez- con otros dos alforjeros, franceses, y uno de ellos iba en una bici reclinada 20 kilos con equipaje. Claro que todos los papeos en hosteleria.

En cualquier caso, ¿cómo es la experiencia? Sin ponernos chistosas/os, en bici mandan tres factores: la pendiente, el estado (o el ser) de la carretera y el viento. Cuando llevas carga, el primero se multiplica. Eso no quiere decir que tengas que hacer mucha más fuerza, sino que tienes que ir más despacio. ¿Cuánto? Lo que puedas sin caerte, en mi caso unos 6 km/h. Si así y todo es demasiado esfuerzo, me he metido donde no debía. Para todo, paciencia.

En esta tuve que subir andando, a turnos, alforjas y bici. Media hora para 200 metros. Otras dos veces ha sido bastante más. Desde entonces le tengo dicho al gps que me evite los caminos sin asfaltar. A veces me hace caso.

Claro, una carretera de cuatro carriles y un arcén de tres metros es psicológicamente más dura, porque parece que vas mucho más despacio.

Cuesta abajo o en llano, sin embargo, parece que vas en moto, porque la inercia hace que te afecte menos un viento moderado. Eso sí, si tras la curva hay cuesta arriba, pasas de 50 km/h a los 6 en cero coma. Cuando te acostumbras es llevadero.

Bajar para subir, a veces te enfada, pero estaba en el contrato antes de salir. Ha habido casos mucho más cruentos que el de la foto, pero no estaba de humor para registrar el momento

El tipo de pista ha afectado más a la bici que a mis piernas y a mi culo. Los portabultos han envejecido unos años con los melones petrificados de león y los adoquines de la costa norte portuguesa, pero la bici es un tanque, estoy contentísimo con ella.

No sé de dónde sacarían tantos millones de cubos de piedra, en la costa norte portuguesa hay muchas carreteras entre pueblos que son así.

En León me pasó una cosa curiosa que sigue siendo un misterio para mí. No a menudo, sino casi siempre, el margen izquierdo de la pista estaba más limpio para circular. Pensé en los viientos, pero daba igual qué dirección llevara. No creo en lo paranormal, pero con esto me quedé chinao.

Mosqueado, saqué una foto. Aquí era sutil, pero ¿no está más limpio el margen izquierdo???

Como resumen, y sin desmerecer a nadie, diría que esta es la mejor amiga que he conocido hasta ahora en el viaje:

Os presento a la pequeña Catalina, no habría llegado hasta aquí sin ella.