Hasta pronto, Atlántico

Me alegro de haber dejado la costa, es preciosa pero me aburro con el ambiente playero. Eso sí, quien quiera un pedaleo fácil, están terminando de conectar una vía verde con carril bici a lo largo de toda la costa norte que a veces es bonita y otras veces espectacular.

El sonido de la bici sobre la madera es especial, me recuerda a la txalaparta.

Si todo va bien me reencontraré con el oceano en Marruecos.

Las normas de verdad (actualizado)

Hoy he necesitado cuatro cervezas para encontrar dónde dormir. Dos para acercarme, otra para concretar y otra para celebrarlo. Sin embargo no las tengo todas conmigo.

Aunque no se ve gente en la foto, he necesitado mis mejores habilidades sociales para poder acampar aquí.

Las ermitas con bar al lado son tentadoras. Te acercas por la tarde, charlas con la gente y te suelen recomendar algún sitio (los amigos de Ouzande están en otra liga).

Aquí al principio me han recomendado un parque, pero tras tomar confianza (y unas copas de no sé qué), al parecer aquel sitio no es muy seguro y estoy mejor aquí, entre las casas.

En el difícil intermedio hasta el anochecer -cuándo acertar a montar la tienda- he conocido al rico del pueblo y a la guardiana de la capilla. Muy interesantes, lo dejo ahí. Salvo la última, diría que todas las personas que he conocido están encantadas con que me quede. Ojalá alguna de las demás no llame a la policía. Veremos quién pone las normas aquí.

Actualización: Creo que he descubierto quién las pone. Tres señoras que ayer no conocí me han preguntado por la mañana entre risas si he dormido bien y me han invitado al café. ¡Da gusto comenzar así el día!