Tinguir, interludio

He aprovechado la estancia en Tinguir para preparar unas explicaciones sobre mi alboka, con audios y todo.

Antes, unas fotitos de la ciudad.

Primero quiero dar las gracias a los hermanos Mustafa y Abdul, que en su albergue de Tamtattouchte me trataron verdaderamente como de la familia.

La propia Tinguir es una ciudad pequeña, pero hay muchos barrios junto al palmeral, que se extiende más de veinte kilómetros. El magnetismo del agua.

Paraíso verde que nace en las gargantas del Todra y se pierde en el desierto. Los burros y las mujeres que van cargadas hasta los topes por estos caminos igual no tienen una visión tan idílica.
También se puede pasear tranquilamente por el viejo barrio judío mientras no pase una moto con un joven encima. El director técnico del blog me dirá cuál es mi penitencia por subir una foto vertical.

Por lo demás, es una ciudad ruidosa repleta de talleres y cuesta respirar por la sequedad y la contaminación. Las tormentas de arena que se levantan algunas tardes tampoco ayudan.

Y con los guiris, los cazadores de guiris. Este es su terreno de caza preferido.

Ahora sí, la alboka.

Osses ha hecho un trabajo excelente para estandarizar la alboka, tanto con los materiales como con el diseño. Uno de los resultados son las albokas de tonalidades distintas (y modificables). Aunque no entiendas las explicaciones que siguen, puedes intentar descubrir las diferencias entre las grabaciones.

No intentéis sacar fotos cuando median viento y espinas.

La alboka tradicional (La-Sol) tiene las notas La-Si-Do-Re-Mi-Fa#/Sol (la nota Sol se toca soplando más fuerte a la nota Fa#). La tonalidad o contexto tonal que nos suelen sugerir esas notas (triste, medieval…) se llama dórica. En este caso comienza en La, pero podría comenzar en cualquier nota con tal de mantener la misma distancia entre ellas.

Las notas propias de la alboka tradicional.

Mi alboka es Sol-Sol, consecuencia de añadir un Sol mas bajo a la tradicional. También tiene un agujero en la parte inferior para tocar el Sol alto sin forzar la nota Fa#.

Alboka tradicional más el Sol bajo (séptima nota de la escala La dórica). Es la misma tonalidad, pero se nota más la “medievalidad”, porque esa séptima nota es la que diferencia la tonalidad dórica.

Además, mi alboka tiene unas gomas para subir o bajar medio tono las notas intermedias. Así puedo tocar distintas tonalidades y escalas con la misma alboka.

Tonalidad mixolidia, versión alegre de la dórica, sugiere grandeza. Aquí, con La como base.
Tonalidad frigia, misteriosa, inquietante, por esta zona se escucha de vez en cuando. Aquí también basada en La.

Si queremos tocar en la familiar tonalidad mayor (la de la canción infantil Pintto-Pintto), con la alboka tradicional tenemos grandes limitaciones. Tenemos que usar Do mayor, pero nos dará un yuyu queriendo sacar del agujero del Fa# a veces un Sol (soplando más fuerte) y otras veces un Fa (tapando medio agujero). Con la alboka Sol-Sol tenemos a mano los dos Soles y, subiendo una gomita, un Fa estable.

Pintto-Pintto. Tonalidad mayor basada en Do (o sea, Do mayor).

Si queremos jugar más con las notas altas que con las bajas, podemos basar en Sol la tonalidad que nos interese. A continuación, las tres primeras pero basadas en Sol.

Esta es dórica pero en Sol, como si le bajáramos todas las notas un tono a la alboka tradicional.
De nuevo la tonalidad mixolidia, esta vez en Sol. Parecida a la mayor, pero con toque medieval.
Aquí las notas propias de Sol mayor. La tonalidad de Pintto-Pintto pero dos tonos y medio más abajo que antes. La tonalidad mayor es muy utilizada en nuestro entorno, por ejemplo en (¿casi?) todas las canciones alegres de Alaitz eta Maider.

Experimentar también es muy divertido, claro.

También en Sol, en Tamtattouchte lo pasamos muy bien acompañándola con los djembés. La encontré jugando, pero me acabo de acordar que esta tonalidad se llama menor harmónica. Suena a árabe, ¿verdad?

A la hora de tocar, con cada tonalidad hay que poner los dedos en lugares distintos, pero, una vez colocados, los movimientos a realizar son los mismos. Como en el piano, pero más fácil.

Puede ser más problemático tocar tonalidades con dos agujeros muy juntos si tienes los dedos gordos. Yo los tengo bastante finos y a veces ando justo, pero igual también será cuestión de práctica.

¡Cuidado con la experimentación! Este intentó tocar la tonalidad alto-valyria con ritmo de arin-arin. Es broma, es mi mano y siempre ha sido parecida.

Para la digitación hay dos posibilidades, fundamentalmente: 1-Utilizar la de la alboka tradicional añadiendo el meñique derecho, o 2-Bajar un agujero cada uno de los tres dedos derechos (para tapar también el Sol bajo) y utilizar también el dedo izquierdo “tonto”. Como yo también soy un poco tonto, todavía no me he decidido.

Por tanto, si sientes tentación por la alboka y no eres muy tradicionalista, la alboka con notas modificables es muy buena opción. En cambio, si te vas a limitar al repertorio de toda la vida, mejor la alboka normal, porque la mía pesa más en la punta del cuerno (es más larga).

En cualquier caso, la cuestión es divertirse, txiruliruli, txiruliruli.

Alto Atlas

Mi salud delata que no nací para las altas cumbres, pero (casi) he cruzado más fácilmente de lo esperado el recorrido de montaña que llevaba semanas imaginando.

Después de un par de puertos durillos, un recorrido casi llano y precioso de 60 kilómetros. Tuve mucha suerte, porque con el viento que ha entrado los días siguientes habría sido una tortura.
Tras subir el puerto más duro.

Pero… ¡Qué personal es la percepción de la belleza! Cuando llego a muchos sitios no acierto a ver aquello tan hermoso que me anunciaban. Viajar con esfuerzo te añade más filtros a las gafas.

Lago Tislit. Según el guión, un lugar perfecto para acampar, pero a veces las sensaciones no acompañan. Entonces mandan la hora y el cansancio. Yo tiré hacia Imilchil.

Pero de Imilchil en adelante, con la boca abierta. Una interminable sucesión de valles verdes y pueblecitos de adobe rodeados de montañas ocres.

Antes de parar y sacar una foto descarto dos opciones: “No merece la pena, no es suficientemente bonito” o “No merece la pena, es demasiado bonito”. Esta vez estaba en el medio. Agoudal.

Sin embargo, cuando el camino se porta bien a veces es alguna persona la que te pone cuesta arriba. En un hotel tuve una mala experiencia, porque en lugar de descansar me pasé toda la tarde tragando viento por hacerle un favor al dueño, y este fue muy desagradecido. Me habría pasado en cualquier parte, o sea que no me va a amargar el viaje.

El catarro no me dejó disfrutar de un sitio tan romántico.

Al terminar los valles más altos, un puerto suave, las primeras turistas/os desde hacía tiempo, una bajada hermosa y…

¡Hola! ¿De dónde? ¿Y por dónde? Qué bien, ¿y a gusto? Esto… ¿Me sacas una foto? A veces el cortejo entre guiris sólo tiene un objetivo.

… el viento.

Antes de meterme en el desierto decidí curar bien el catarro, por lo que llevo algunos días en un albergue, comiendo, durmiendo y experimentando las tonalidades bereberes con la alboka. Excelente el sistema de Osses, a ver si grabamos algún vídeo.

¡Besos a todas/os!