El descanso obligado ha tenido su premio, a pesar del viento. Paisajes preciosos, nubes, viñedos infinitos, el aire en los dedos de los pies (pedalear en chancletas es una gozada)…
Y sitio para acampar asegurado durante dos días. No se puede pedir más en un lugar donde todo el terreno durante kilometros y kilometros está vallado. De hecho, hoy he ensayafo al borde de la carretera, cierto que con unas vistas preciosas.
Aprovecho este post para saludar a las últimas nuevas amistades que me han acompañado. Algunas lejanas y otras más cercanas de lo esperado.