A Ignatius J. Reilly se le cerraba la válvula cuando algo no le gustaba. Yo tengo tres válvulas que no consigo cerrar.
Una, la de la rueda delantera, que tengo que inflar todos los días. Tiene fácil solución, pero me da más pereza que inflar.
El tubo derecho de la alboka, por su parte, produce un sonido más estridente que de costumbre. Técnicamente no es una válvula, pero la mayoría no lo sabéis ;-p
(Aquí pensaba meter una grabación del dichoso ruido, pero os quiero más que eso.)
La más incómoda, la del esófago. Tengo ardores a diario, consecuencia de pensar demasiado y comer demasiado -para pensar menos-. Me he quedado algunos días en Boujdour a esperar a otro cicloturista que me alcanzará en cuatro o cinco días y, al contrario que otros descansos, este se me está atragantando. Echo en falta las rutinas del viaje para poner en su sitio los problemillas de casa.
Por eso he decidido seguir. Haré sin prisa el camino hasta Dakhla -cuatro o cinco etapas- y esperaré allí a mi amigo para cruzar juntos Mauritania. También os escribiré algo, si se me cierra la válvula.