Ayer fue un día como para que la más rancia/o se enamorase del cicloturismo. Mañana fresca por los viñedos del Sil, carreteras aromáticas que vuelan por encima de las autopistas…
Como siempre fueron unos cuantos kilómetros más de los deseados (no aprendo), pero el premio fue inmejorable. Augas Mestas, donde confluyen el Sil y el Lor.
Aquí también he hecho amistades. Diego, soplagaitas como yo, que me dio buenas indicaciones para el camino, Sandra y unas niñas/os vivísimas/os. Les encantó la alboka. A las amistades de días pasados aún les debo un pequeño homenaje.
Descartada la idea de la Vía de la Plata, visitaré a una familia amiga en Galicia y bajaré por Portugal si no me come el turismo.
¡¡Besos a todas/os!!