De las historias que cuento con retraso, la más importante es la de las nuevas amistades encontradas por el camino. Cada una se merece su propio homenaje, pero el tiempo fluye caprichoso y tendré que juntaros en este post. ¡Seguro que os caéis bien!
De algunas/os no tengo fotos por falta de reflejos o de respeto (no me gusta interrumpir un encuentro sólo para dejarlo registrado), pero también os llevo conmigo.
(En orden cronológico)
Dos policías municipales montañeros de Aguilar de Campoó fueron amabilísimos conmigo en una iglesia remota. Pena no haberles dado mi contacto.
Gracias a Noelia, guía de San Miguel de Escalada, que me permitió pasar la noche allí.
No me quedé con fotos en Viñales, pueblo sin bar donde han arreglado un espacio estupendo para que se junten las paisanas/os (y para que acampara este viajero). Gracias a Jesús el ciclista, a Pepe el alcalde y a las demas.
Un abrazo también a Diego, el pescador de Monforte, a Sandra, a las niñas… Les dieron alegría y buenos consejos a mis etapas más solitarias.
Un homenaje también a todos los encuentros anónimos que le dan color al viaje y que se graban en el corazón.
¡Un gran abrazo a todas/os!