Aliviada mi manía persecutoria, seguimos adelante. En resumen, antes de que la policia me llamara la atención de nuevo, he sido yo quien ha acudido a ella y la respuesta ha sido increíble. Ahora estoy en un camping del Medio-Atlas esperando a ver qué pasa primero, la diarrea, el catarro o las tormentas. A ver si por lo menos se arreglan dos de tres antes de salir, porque tengo por delante dos etapas durillas del Medio-Atlas, pausa en Khenifra y otras seis o siete etapas duras en el Alto-Atlas.
Suelo evitar las ciudades, pero hace muchos años me quedé impresionado con las medinas de Fez y Marrakesh y tenía ganas de recordar aquellas sensaciones. Por eso, como premio a tanta preocupación, sol y kilometros, mucho melón amarillo (están deliciosos) y dos noches en Meknes.
Casi todas las extranjeras/os están en las costas en esta época. Por eso sólo andamos por aqui las/os guiris especialitas/os. En dos días he visto a media docena, cuatro en mi albergue. De Meknes para abajo ni siquiera hay población local, porque ya han terminado sus vacaciones, y la europea suele venir más tarde. Por eso casi todos los hoteles están vacíos.
Para mi gusto, el recorrido de Meknes a Ifrane y Azrou era demasiado largo y, los hoteles de El Hajeb, a medio camino, demasiado caros. Afortunadamente, hay camping municipal. Desgraciadamente, está abandonado. Entonces recordé las palabras de aquel gendarme tan solícito y acudi a la policía. Lo único que quería era que me autorizaran a acampar en el viejo camping. Respuesta, mucha amabilidad y espere por favor. Eso en Marruecos pueden ser cinco minutos o tres horas.
Al final, el flipe. Subimos la bici y yo en una furgona policial y me llevan al internado infantil. Todavía no han empezado las clases y el conserje Tchuffet y yo somos los amos de la barraca.
Ayer en Ifrane sentí escalofríos. Un pueblo perfectamente francés construido por los franceses para sus vacaciones de invierno. Marroquíes pijas/os en las cafeterías, hoteles y restaurantes de lujo. Huí de allí sin sacar fotos. Al salir, en un parque de juegos se escuchaba a todo volumen una inquietante canción infantil francesa mientras las niñas/os jugaban en silencio. Una escena terrorífica.
Por tanto, ahora estoy esperando a ver cuándo puedo subir a un lago en las montañas, donde desde un albergue me han contestado que me pueden dejar un espacio barato. Sin embargo, tengo dudas sobre el recorrido. Hay quien me dice que es mucha montaña para una bicicleta, pero no tengo prisa, las carreteras se reasfaltaron hace poco y la alternativa desértica no me apetece de momento.
Actualización (2019-09-07): Hoy por la mañana me he levantado muy cansado, he desistido de continuar y he acertado, porque a las doce ya estaba jarreando. Gracias en parte al tranquilo encargado del camping, que a las 7 a.m. me ha dicho -No hay diferencia entre hoy y mañana-, una variante más filosofica de -No seas gilipollas que va a caer una buena-. Y como colofón, han venido al camping una familia y otro chico de Fez, y este último cocina unos tajines de fábula. O sea, que igual salgo mañana, o no.